Era perfecto, todo perfecto. Aunque le hubiesen diagnosticado un cáncer, todo era perfecto.
Mientras pensaba en los meses de atrás, re reía… recordaba esos dos años de angustias… pero se reía. Había logrado dar esquinazo a la muerte. Se reía y reía recordando la cara de esos fantoches llamados médicos que le decían que tan solo le quedaban tres o cuatro años de vida.
“¡Tontos, tontos! ¡Absurdos! A mi ningún tipo de bata blanca me dice cuando voy a morir”
Se dirigió hacia el bar que solía ir antes todas las tardes, donde se reunía con sus amigos a beber unas cañas y hablar de sus cosas… cosas con o sin sentido, pero sus cosas…
“Aún recuerdo cuando yo mismo me decía que no volvería a tomar mis cañas de la tarde (se volvía a reír) Pues hoy voy a celebrar mi no muerte… según esos medicuchos hoy podría haber sido el día de mi muerte”.
Decidió dejar el coche e ir paseando, apenas eran 20 minutos de caminata si atajaba por las vías del tren, además la noche comenzaba a caer y hacía una temperatura perfecta. El aire cálido del mes de mayo acariciaba su cabeza desnuda por la quimioterapia y esa sensación tan agradable le gustaba.
Caminaba mirándose lo pies… de vez en cuando levantaba la mirada y se fijaba en la gente, en las personas con las que se cruzaba. Veía caras tristes, amargadas… ningún rostro podía hacerle el más mínimo reflejo de la felicidad que emanaba.
“A la muerte… (seguía riéndose internamente mientras esbozaba una de sus mayores sonrisas). A la muerte he dado esquinazo… me he reído de ti hija de puta”
Alguien le pitaba desde un coche. Es Luis “que si me acerca”. Se montó en el coche… aunque ahora tardaría un poco más en llegar… pero le era igual. Iban hablando, riendo… decidieron ir campo a través, total tardar quince minutos más no iba a pasar nada.
Tomaron la curva y sin saber cómo pincharon. El coche comenzó a dar vuelta de campana. Luis salió disparado por la luna delantera. Cuando por fin el coche paró no lograba coordinar sus movimientos. El coche había parado contra un muro de ladrillos del que solo quedó en pié la primera fila, si a aquello podía llamársele fila. Bajo como mudo, a duras penas a buscar a su amigo. No le encontraba.
“Seguramente este más arriba, salió disparado enseguida. ¡LUIS, LUIS, LUIS!"
Le pareció oír algo y corrió hacia ese susurro de agonía. No encontró nada… No lo veía.
“¡Mi móvil, donde esta mi móvil!”
Con la confusión del accidente no se dio cuenta de que el muro que se había roto era el de la estación de trenes. El coche había hecho un boquete en la zona de mercancías. Si iba por ahí, seguramente encontraría a alguien y podría pedir ayuda, alguien tenía que haber.
“Hija de puta, te estás vengando de mí. Pues no me rendiré. ¡ME OYES! ¡Conmigo no podrás!"
Logro llegar hasta una especie de garita. La puerta estaba cerrada. Miro a su alrededor y vio un palo de hierro. La cogió y sin pensarlo dos veces golpeó varias veces el cristal de la puerta. Apenas tenía fuerzas suficientes para romper de un solo golpe ese cristal barato. Por fin lo consiguió. Metió la mano a través del cristal y logró abrir la puerta. Vio un teléfono encima de una vieja mesa. También había una botella que contenía algo dentro… no sabía si era agua… pero su garganta suplicaba algo líquido. Según entraba oyó unos ladridos a sus espaldas y unos gritos.
“¡Joder, suéltame! ¡Ahhhhh! ¡Cógelo joder!
“¡Jódete cabrón!”
Le decía el guarda mientras le apuntaba directamente con la pistola. Parecía que disfrutaba mientras miraba inmutable como el perro se lo comía.
En uno de los golpes que propinaba al perro debió ser certero porque el perro de repente dejó de morderle.
“¡Hijo de puta te lo has cargado! ¡Te voy a matar cabrón!"
Mientras el gurda hablaba logró levantarse… el guarda le apuntaba directamente a la cara, sin contemplaciones. Agarró el palo con fuerza y le dio al guarda en la cabeza. La pistola se disparó pero no le alcanzó. Miraba al guarda, inmutable como caía al suelo como un saco de patatas viejas. Lo veía todo a cámara lenta… caía y caía con el palo incrustado en la cabeza mientras caía sangre por su cara. Cayó de rodillas mientras lo miraba fijamente con la pistola aún en sus manos, como si la última orden que le dio su cerebro fuese que no la perdiese.
“¡Que te crees cabrón! ¿Si el cáncer no ha podido conmigo ibas a poder tu y tu chucho? (decía mientras se reía incoherentemente)”.
Por unos segundos se quedó mirando el cuerpo inerte del guarda. Lo miraba y miraba. Miró su mano y vio el palo. Lo tiró asustado como si hubiese sido el palo que obtuvo vida propia con impulsos inconscientes hubiese matado a aquél hombre.
“¡Joder, joder, joder! ¡El teléfono!”
Sin saber cómo recobró fuerzas y logro entrar en la garita. Descolgó el teléfono… no había línea. Miró de nuevo al guarda… se acerco hacía él y comenzó a buscar entre sus ropas un teléfono, un walkie… algo.
“¡Cabrón! ¡Quien coño no tiene móvil hoy en día! Un walkie ¡Bien! ¿Oiga? ¿Alguien me oye? ¡Por favor! ¡Joder!”
“¿Antonio? ¿Eres tú?”
“No, no… Antonio… oiga hemos tenido un acc…”
“¿Dónde coño esta Antonio? Ponme con Antonio ahora mismo”
“No es que (notaba que la voz se le cortaba) hemos tenido un accidente mi amigo y yo y…”
“¿Por qué cojones tienes tu el walkie de Antonio? ¡Ponme con él ostias!”
“Es que no puede, verá… ¡JODER MI AMIGO Y YO HEMOS TENIDO UN ACCIDENTE DE COCHE! ¿Es que se ha vuelto todo el mundo loco?”
“¡Hijo de puta! ¿Dónde coño esta Antonio? ¡Si le has hecho algo te juro que te matamos!”
Tiró el walkie al suelo y comenzó a llorar desesperado. Gritaba y maldecía. Miraba el cuerpo del guarda… el charco de sangre era cada vez más grande… el palo incrustado en su cabeza comenzaba a moverse. Cayó al suelo y de la cabeza del guarda comenzaron a salir sesos. Se levanto y comenzó a correr sin saber donde, hacia donde… piso el charco de sangre y resbaló cayendo encima del cadáver del perro. Comenzó a gritar desesperado y arrastrándose a cuatro patas se alejó de aquella escena de película.
Logró incorporarse. Corría y corría chocándose con los vagones de mercancías vacíos. Lloraba, gritaba… las babas se le caían de la boca, no era capaz de cerrarla. Gritaba y gritaba sin darse cuenta que de su garganta ya no salía ningún sonido.
Veía unas luces… no distinguía bien que eran… cada vez estaban más cerca. Se tiró al suelo molido entre el dolor y el cansancio. Tocaba algo metálico.
“Las vías de tren… eso que viene hacía mi sin contemplaciones es un tren… no logro moverme… no quiero moverme”.
Magullaba esas palabras en su mente pues la boca seguía abierta sin darse si quiera cuenta para cerrarla.
“Si he de morir aquí, aquí moriré”.
El tren se acercaba. Era de noche ya. Una noche muy cerrada. Solo veía unas luces que se acercaban hacía el. No podría explicar si despacio o deprisa… su estado físico no le dejaba tener notoriedad del tiempo, de la velocidad. No tenía fuerzas para más.
“Ven cabrón ven… te espero”
Farfullaba ya con palabras.
Sentía como si el tren pasase por su lado y el aire que despedía le manejase como si fuese un muñeco de trapo.
“JAJAJAJAJA. ¡Jódete hija de puta!”
El tren pasaba por la vía de al lado.
“¡Hija de puta no puedes conmigo!”
Mientras el aire que despedía el tren le tiraba arena y pequeñas piedras en la cara se reía como un loco. De nuevo había engañado a la muerte.
Se fijó en su brazo. Un pinchazo de dolor le hizo recordar la mordedura del perro. Con las pocas fuerzas que le quedaban, mientras reía poseído por un sentimiento de victoria se desabrochaba su cinturón para hacer con el un torniquete. Las luces de los vagones según pasaban encendían su rostro irónico y loco.
“¡Jódete, jódete, jódete!”
Repetía una y otra vez como si se le hubiesen olvidado el resto de palabras. Por fin logró quitarse el cinturón con un último empujón. Intentó hacerse un nudo en el brazo pero no lo lograba. Las pocas fuerzas que le quedaban las gasto en sus últimas risas.
Con el brazo sano, engancho la hebilla del cinturón en un raíl. Una vez que estaba seguro de que la hebilla no se movería con la mano dio vueltas al cinturón alrededor del brazo.
“Venga, tu puedes joder… un poco más… con lo que has pasado… ERES UN PUTO HÉROE”
Por fin comenzaba a tener efecto. La sangre del brazo comenzó a dejar de brotar.
“Ahora solo queda soltar la hebilla y hacer un nudo… me esperan esas cañas”.
Se arrastro hacia ese lado de la vía. Aún estaba caliente por el paso de aquél tren.
La hebilla se soltó. En cuestión de segundos salió disparada sin control. Se le clavo en medio del corazón. La hebilla quedó atrapada… se aferró al corazón de aquel héroe sin capa. lloraba mientras esbozaba sus últimas palabras…
“Esta bien, tú ganas”.
La quimioterapia había hecho efecto y a pesar de los dolores de cabeza, los vómitos y perder todo el pelo que tenía todo el sufrimiento había merecido la pena.
Mientras pensaba en los meses de atrás, re reía… recordaba esos dos años de angustias… pero se reía. Había logrado dar esquinazo a la muerte. Se reía y reía recordando la cara de esos fantoches llamados médicos que le decían que tan solo le quedaban tres o cuatro años de vida.
“¡Tontos, tontos! ¡Absurdos! A mi ningún tipo de bata blanca me dice cuando voy a morir”
Se dirigió hacia el bar que solía ir antes todas las tardes, donde se reunía con sus amigos a beber unas cañas y hablar de sus cosas… cosas con o sin sentido, pero sus cosas…
“Aún recuerdo cuando yo mismo me decía que no volvería a tomar mis cañas de la tarde (se volvía a reír) Pues hoy voy a celebrar mi no muerte… según esos medicuchos hoy podría haber sido el día de mi muerte”.
Decidió dejar el coche e ir paseando, apenas eran 20 minutos de caminata si atajaba por las vías del tren, además la noche comenzaba a caer y hacía una temperatura perfecta. El aire cálido del mes de mayo acariciaba su cabeza desnuda por la quimioterapia y esa sensación tan agradable le gustaba.
Caminaba mirándose lo pies… de vez en cuando levantaba la mirada y se fijaba en la gente, en las personas con las que se cruzaba. Veía caras tristes, amargadas… ningún rostro podía hacerle el más mínimo reflejo de la felicidad que emanaba.
“A la muerte… (seguía riéndose internamente mientras esbozaba una de sus mayores sonrisas). A la muerte he dado esquinazo… me he reído de ti hija de puta”
Alguien le pitaba desde un coche. Es Luis “que si me acerca”. Se montó en el coche… aunque ahora tardaría un poco más en llegar… pero le era igual. Iban hablando, riendo… decidieron ir campo a través, total tardar quince minutos más no iba a pasar nada.
Tomaron la curva y sin saber cómo pincharon. El coche comenzó a dar vuelta de campana. Luis salió disparado por la luna delantera. Cuando por fin el coche paró no lograba coordinar sus movimientos. El coche había parado contra un muro de ladrillos del que solo quedó en pié la primera fila, si a aquello podía llamársele fila. Bajo como mudo, a duras penas a buscar a su amigo. No le encontraba.
“Seguramente este más arriba, salió disparado enseguida. ¡LUIS, LUIS, LUIS!"
Le pareció oír algo y corrió hacia ese susurro de agonía. No encontró nada… No lo veía.
“¡Mi móvil, donde esta mi móvil!”
Con la confusión del accidente no se dio cuenta de que el muro que se había roto era el de la estación de trenes. El coche había hecho un boquete en la zona de mercancías. Si iba por ahí, seguramente encontraría a alguien y podría pedir ayuda, alguien tenía que haber.
A duras penas y arrastrando una de sus piernas subió por encima del coche y logro pasar al otro lado. Estaba realmente oscuro. No sabía si era del golpe pero no veía bien. No distinguía las formas. La pierna le dolía, pero no podía parar. Su amigo necesitaría ayuda. El podía aguantar un poco más hasta encontrar ayuda, había superado un cáncer, esto no era nada para él.
“Hija de puta, te estás vengando de mí. Pues no me rendiré. ¡ME OYES! ¡Conmigo no podrás!"
Logro llegar hasta una especie de garita. La puerta estaba cerrada. Miro a su alrededor y vio un palo de hierro. La cogió y sin pensarlo dos veces golpeó varias veces el cristal de la puerta. Apenas tenía fuerzas suficientes para romper de un solo golpe ese cristal barato. Por fin lo consiguió. Metió la mano a través del cristal y logró abrir la puerta. Vio un teléfono encima de una vieja mesa. También había una botella que contenía algo dentro… no sabía si era agua… pero su garganta suplicaba algo líquido. Según entraba oyó unos ladridos a sus espaldas y unos gritos.
“¡Quieto! ¡No te muevas! ¡Como des un paso más te juro que disparo cabrón!”
“¡No, no! ¡Quieto! ¡Solo quiero ayuda, mi amigo y yo hemos…!
“¡Me da igual lo que tu amigo y tu queráis, aléjate de la garita o te juro por dios que disparo drogao de mierda!”
“¡No soy un drogadicto joder! ¡Mi amigo y yo hemos…!”
“¡Pon las manos dónde pueda verlas y tira ese palo! ¡Te juro que suelto al perro!”
“¡Vale, vale tío! ¡Lo tiro! No te pongas ner…”
“¡No, no! ¡Quieto! ¡Solo quiero ayuda, mi amigo y yo hemos…!
“¡Me da igual lo que tu amigo y tu queráis, aléjate de la garita o te juro por dios que disparo drogao de mierda!”
“¡No soy un drogadicto joder! ¡Mi amigo y yo hemos…!”
“¡Pon las manos dónde pueda verlas y tira ese palo! ¡Te juro que suelto al perro!”
“¡Vale, vale tío! ¡Lo tiro! No te pongas ner…”
Sin saber cómo al guarda se le escapo el perro. Mientras el perro corría hacia el apenas le dio tiempo a girarse. El perro lo tiró al suelo sin contemplaciones. Le tenía agarrado del brazo.. el dolor era insoportable. Notaba como sus colmillos se incrustaban cada vez más, como su carne se convertía en picadillo y sus huesos sonaban. Con el palo comenzó a apalear al perro sin ton ni son, no sabía si estaba dándole al perro o se daba a sí mismo por que el dolor que sentía apenas le dejaba visión.
“¡Joder, suéltame! ¡Ahhhhh! ¡Cógelo joder!
“¡Jódete cabrón!”
Le decía el guarda mientras le apuntaba directamente con la pistola. Parecía que disfrutaba mientras miraba inmutable como el perro se lo comía.
En uno de los golpes que propinaba al perro debió ser certero porque el perro de repente dejó de morderle.
“¡Hijo de puta te lo has cargado! ¡Te voy a matar cabrón!"
Mientras el gurda hablaba logró levantarse… el guarda le apuntaba directamente a la cara, sin contemplaciones. Agarró el palo con fuerza y le dio al guarda en la cabeza. La pistola se disparó pero no le alcanzó. Miraba al guarda, inmutable como caía al suelo como un saco de patatas viejas. Lo veía todo a cámara lenta… caía y caía con el palo incrustado en la cabeza mientras caía sangre por su cara. Cayó de rodillas mientras lo miraba fijamente con la pistola aún en sus manos, como si la última orden que le dio su cerebro fuese que no la perdiese.
“¡Que te crees cabrón! ¿Si el cáncer no ha podido conmigo ibas a poder tu y tu chucho? (decía mientras se reía incoherentemente)”.
Por unos segundos se quedó mirando el cuerpo inerte del guarda. Lo miraba y miraba. Miró su mano y vio el palo. Lo tiró asustado como si hubiese sido el palo que obtuvo vida propia con impulsos inconscientes hubiese matado a aquél hombre.
“¡Joder, joder, joder! ¡El teléfono!”
Sin saber cómo recobró fuerzas y logro entrar en la garita. Descolgó el teléfono… no había línea. Miró de nuevo al guarda… se acerco hacía él y comenzó a buscar entre sus ropas un teléfono, un walkie… algo.
No había móvil.
“¡Cabrón! ¡Quien coño no tiene móvil hoy en día! Un walkie ¡Bien! ¿Oiga? ¿Alguien me oye? ¡Por favor! ¡Joder!”
“¿Antonio? ¿Eres tú?”
“No, no… Antonio… oiga hemos tenido un acc…”
“¿Dónde coño esta Antonio? Ponme con Antonio ahora mismo”
“No es que (notaba que la voz se le cortaba) hemos tenido un accidente mi amigo y yo y…”
“¿Por qué cojones tienes tu el walkie de Antonio? ¡Ponme con él ostias!”
“Es que no puede, verá… ¡JODER MI AMIGO Y YO HEMOS TENIDO UN ACCIDENTE DE COCHE! ¿Es que se ha vuelto todo el mundo loco?”
“¡Hijo de puta! ¿Dónde coño esta Antonio? ¡Si le has hecho algo te juro que te matamos!”
Tiró el walkie al suelo y comenzó a llorar desesperado. Gritaba y maldecía. Miraba el cuerpo del guarda… el charco de sangre era cada vez más grande… el palo incrustado en su cabeza comenzaba a moverse. Cayó al suelo y de la cabeza del guarda comenzaron a salir sesos. Se levanto y comenzó a correr sin saber donde, hacia donde… piso el charco de sangre y resbaló cayendo encima del cadáver del perro. Comenzó a gritar desesperado y arrastrándose a cuatro patas se alejó de aquella escena de película.
Logró incorporarse. Corría y corría chocándose con los vagones de mercancías vacíos. Lloraba, gritaba… las babas se le caían de la boca, no era capaz de cerrarla. Gritaba y gritaba sin darse cuenta que de su garganta ya no salía ningún sonido.
Veía unas luces… no distinguía bien que eran… cada vez estaban más cerca. Se tiró al suelo molido entre el dolor y el cansancio. Tocaba algo metálico.
“Las vías de tren… eso que viene hacía mi sin contemplaciones es un tren… no logro moverme… no quiero moverme”.
Magullaba esas palabras en su mente pues la boca seguía abierta sin darse si quiera cuenta para cerrarla.
“Si he de morir aquí, aquí moriré”.
El tren se acercaba. Era de noche ya. Una noche muy cerrada. Solo veía unas luces que se acercaban hacía el. No podría explicar si despacio o deprisa… su estado físico no le dejaba tener notoriedad del tiempo, de la velocidad. No tenía fuerzas para más.
“Ven cabrón ven… te espero”
Farfullaba ya con palabras.
Sentía como si el tren pasase por su lado y el aire que despedía le manejase como si fuese un muñeco de trapo.
“JAJAJAJAJA. ¡Jódete hija de puta!”
El tren pasaba por la vía de al lado.
“¡Hija de puta no puedes conmigo!”
Mientras el aire que despedía el tren le tiraba arena y pequeñas piedras en la cara se reía como un loco. De nuevo había engañado a la muerte.
Se fijó en su brazo. Un pinchazo de dolor le hizo recordar la mordedura del perro. Con las pocas fuerzas que le quedaban, mientras reía poseído por un sentimiento de victoria se desabrochaba su cinturón para hacer con el un torniquete. Las luces de los vagones según pasaban encendían su rostro irónico y loco.
“¡Jódete, jódete, jódete!”
Repetía una y otra vez como si se le hubiesen olvidado el resto de palabras. Por fin logró quitarse el cinturón con un último empujón. Intentó hacerse un nudo en el brazo pero no lo lograba. Las pocas fuerzas que le quedaban las gasto en sus últimas risas.
Con el brazo sano, engancho la hebilla del cinturón en un raíl. Una vez que estaba seguro de que la hebilla no se movería con la mano dio vueltas al cinturón alrededor del brazo.
“Venga, tu puedes joder… un poco más… con lo que has pasado… ERES UN PUTO HÉROE”
Por fin comenzaba a tener efecto. La sangre del brazo comenzó a dejar de brotar.
“Ahora solo queda soltar la hebilla y hacer un nudo… me esperan esas cañas”.
Se arrastro hacia ese lado de la vía. Aún estaba caliente por el paso de aquél tren.
“Hija de puta… pensabas que ibas a poder conmigo y te he vencido… yo decido cuando moriré. ¡NO TU!”.
La hebilla se soltó. En cuestión de segundos salió disparada sin control. Se le clavo en medio del corazón. La hebilla quedó atrapada… se aferró al corazón de aquel héroe sin capa. lloraba mientras esbozaba sus últimas palabras…
“Esta bien, tú ganas”.
12 comentarios:
Uff que angustia, sabía que se iba a morir pero que agonía. Me ha recordado la película esta en la que unos jóvenes se escapan de la muerte y la muerte se pasa todo la película alcanzádonles de las formas más circenses...
Besos
Markos me ha quitado las palabras de la boca:
qué angustia. En cuanto lo asimile vuelvo y te comento algo un poco más inteligente que esto:
:S
Oye, y me molan los dibujos, sobre todo el de la mano, ¿son tuyos?
jopeee...q gran historiaa...me encantooo tu forma de contarla...y toda la aventuraaa angustiosaaa...la verdad como dicen es un "destino final"...por muxo q luchemos nos ganara la partida de momento sigamos intentandolo como el protaaa...
besitossss
Que asunto tan oscuro...
Buenísimo Annita, el mejor relato corto que he leído en mucho tiempo. Se merece que lo hagan corto de cine y que gane el próximo Óscar a esa categoría (si existe, que creo que sí).
Sigue así, que me gusta más la prosa que el verso, ya lo sabes ;)
Y al ritmo que vas, espero que alguien se fije en tu talento y te hagan una oferta para escribir un libro, o un libro de relatos cortos, o una miniserie, o algo!!!
P.D. Puse un comentario hace media hora y la mierda del blogspot o su pm no lo ha cogido, se parecía a éste pero no es exactamente igual.
MUA
:) Gracias chicos... es un relato que escribí hace como...11 o 12 años... lo perdíy he intentado reescribirlo.
Si es angustia lo que habeís sentido (lo siento) pero me alegro... es lo que intentaba :p
Cirs... no , no son míos OJALA. Algunas de las imagenes que pongo estan retocadas por mi eso si... pero yo de artista tengo bien poco.
Fer... XAGERAOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!! Que voy a seguir "durmiendo" contigo bobo, no hace falta que seas tan pelota :p.
Besos para todos, todos.
:O :O Táááááin, si el pobre hubiese sabido que el relato se llamaba ironía, no habría fanfarroneado con que con él no podría, la guadaña; si es que :) :) Me gustan estos climas, de tensión… ¿Escapa, no escapa? Pues yo pensé que escaparía.., no porque yo lo hubiera dejado vivir, sino por… no sé, un presentimiento; erróneo.
Ohhh, yo ando, o andaba, escribiendo un relato que comienza con un cadáver y una mujéééén, pero no sé, tanteo cómo lo haré, si funcionará –mañana-, lo del vídeo, el anuncio, o no… y es lo que le digo muchas veces a Nat, que qué brujería es ésta de que tú ahora, por la mañana, sepas si lo pude colgar o no, y yo en cambio, ahora, no tenga ni idea; no es justo; no se vale.. podrías decírmelo ayer, pero nada, como Nat, se ve que no se pué comunicarse uno con alguien de ayer por la noche. “No hay más que mierda en la tele”, me llega y de diiirme a ver si está blanda o dura la cama :P :P
Besos esperando llegar y que lleguen máááás relatos ;)
Y no se puede votar por ningún lado al mejor relato o algo?
angustioso de verdad...redactado que te cagas...estoy de acuerdo con Fer aunque se le vea el plumero.... una crítica, jo tía, es que siempre tiene q haber perro y morirse??? Haberlo dejado inconsciente coñe!... besitos
Tia. ¿Cómo se te ocurren esas cosas?
En mis historias hay conflictos pero nunca sangre, ni visceras, ni sesos o tripas.
Es abogiante. Incluso asqueroso.
Sinceramente ante este tipo de relato, en base a mi pequeña experiencia, tengo que ponerme de rodillas y alabarte medio minuto, por lo menos.
¿Acababas de ver la peli donde la muerte viene por los protagonistas?
Que se habian salvado de un accidente de avion (no recuerdo el título).
No puedo transmitirte más que una sensación mediante unas sencillas palabras.
¡JOder! ¡Me has acojonado!
Constantino... pues si te he acojonado es lo que pretendia XDD acojonas y agobiar jijiji.
Es un relato que escribí hace la tira de años y perdí... he intenté reescribirlo lo más fielmente posible.
La verdad es que hasta que no me dijeron que tenía el estilo de la peli (que no me acuerdo como se llama) no había caido... aunque para mi defensa he de decir que lo escribí mucho antes de ue saliese la peli... así que... me han plagiado? puedo sacar pasta de esto??? MUAHAHAHAHAHA.
Besos!
Ojalá pudiésemos sacar pasta de esto de escribir.
Al menos pagaríamos las facturas estando pegados al teclado unas horas al día.
¡Todo el día tampoco!
Sobre el plagio...No soy abogado solo soy un preguntón. :( . No puedo ayudarte.
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