locas e inconscientes,
por imaginar un mundo real
de esos, que jamás existirán.
La luna se torna sol bajo mi rincón,
en la oscuridad del silencio,
oigo mi respirar,
ansioso por verte volar.
Y si me ves desfallecer,
persiguiendo un quizás,
no me intentes convencer y mirar hacia la realidad,
de momento, déjame con mi ingenuidad.
Ventanas de papel,
esconden mi tez,
del frío viento,
que me amenaza con su aliento.
Pero sonreiré,
aunque sea risa falsa,
porque más puede mi ironía,
que tus falsas esperanzas.
Más puede mi deseo,
que tus falacias,
más arde mi corazón,
para quemar hasta tu último desazón.
Menos perderé en el tiempo,
si de vez en cuando me ahogo en mis lamentos,
menos ahorraré en besos,
de esos, que dibujan el firmamento.
Dicen que los locos, locos son,
pues están amordazados por los que se dicen cuerdos,
asustados por sus mundos inhóspitos,
ellos si que se abrazan a sus lloriqueos.
Dejadme con mi locura,
de mis sentimientos inexplicables,
dejarme a solas con ese viento,
que pasea por mi, aquí, muy dentro.
*Gracias infinitas a Esther García Pérez por prestarme la imagen que encabeza esta poesía. Fotógrafa y como veis, gran artista.