A ver… a petición de Fer… voy a hablar sobre un tema mu, mu profundo… las mudanzas, en este caso, a casa de tu pareja (ya te vale gonito tú lo que quieres es que diga cosas que no te cuento, pues te vas a cagar).
Cuando uno forma un hogar, ya sea a solas, en pareja, con amigos… intenta que esta sea lo más agradable posible, al fin y al cabo, es nuestro pequeño refugio, donde nos sentimos seguros.
Cuando vas por primera vez a comprar tu casa… estas ilusionado porque por fin tienes tu pequeño rincón. Da igual si mide 30 m2, las tuberías hacen ruido o la cisterna del wc suena. Lo decoras a tu gusto (dentro del presupuesto que cada uno tiene). Este cuadro aquí, este jarroncillo allá, este color de pintura para el salón, estas cortinas en la habitación… y lo vas llenando de pequeños detalles que son tú. Haces de cuatro pareces un lugar único. Logras auto reflejar en objetos inertes tu personalidad.
Cuando llegas a tu casa es como que el mundo no existe. Sin darte cuenta, cierras la puerta, te quitas la chaqueta, los zapatos y miras alrededor… y aunque tengas sin recoger los cacharros de la cena de ayer, es tú casa… mejor que ninguna.
No nos damos cuenta, qué nunca paramos de decorarla, cambiarla… al igual que vamos haciendo con nuestra vida según pasan los años. La “acoplamos” a nosotros.
Por eso, nunca es fácil tener que abandonar ese mundo insólito y personal que tanto nos ha costado crear sea cual sea la circunstancia.
Y es qué es duro mirar alrededor de tu casa y verlo vacío. Las marcas de los cuadros en la pared, esa rozadura en la puerta, el color del suelo desgastado de tanto limpiar… ver, que tu vida se amontona dentro de unas cajas de cartón precintadas con el precinto más barato que has encontrado marcadas con un rotulador en negro. Sigues mirando y a tu mente vienen muchos recuerdos, buenos y malos. Al fin y al cabo han sido muchos años luchando para conseguir esa serenidad necesaria en la guarida personal. No puedes controlarlo y las lágrimas caen por tus mejillas… es tú casa, tú rincón, eres tú. Y si además tienes que abandonar “cosas” que te hacen falta, “cosas” que no concibes estar sin ellas… el dolor es aún más desgarrador.
Cuando llegas a tu nueva casa te sientes extraño. Aunque sea una casa que ya conocías anteriormente, en la que estés a gusto, algo le falta. Pero… según vas colocando cosas tuyas, según vas cambiando algunas cosas y desempaquetando esas cajas… notas una tranquilidad increíble. Te das cuenta de que ese mundo insólito eres tú y va donde túuvayas. Que todos esos objetos inertes tiene vida porque eres tú quién se la ha dado. Tienen personalidad porque sin ti tan sólo serían objetos tristes en una vitrina.
El hogar lo formamos las personas que vivimos dentro. Somos nosotros los que transformamos esas cuatro pareces inertes en lugares asombrosos, únicos. Las damos vida, personalidad… somos nosotros los que le damos una razón de ser a esos objetos… las cuatro pareces… son las mismas vayas donde vayas, tan solo son fachada.
Me encanta dormir junto a ti todas las noches, despertarme a tu lado por las mañanas, ver tu pijama tirado en la cama, quitarte comida del plato, observarte mientras te duchas… pero cariño… eres un poco soso decorando. ¡Color, color, más color!
Me mudaría a tu casa mil veces más si hiciese falta. Te quiero.
Cuando uno forma un hogar, ya sea a solas, en pareja, con amigos… intenta que esta sea lo más agradable posible, al fin y al cabo, es nuestro pequeño refugio, donde nos sentimos seguros.
Cuando vas por primera vez a comprar tu casa… estas ilusionado porque por fin tienes tu pequeño rincón. Da igual si mide 30 m2, las tuberías hacen ruido o la cisterna del wc suena. Lo decoras a tu gusto (dentro del presupuesto que cada uno tiene). Este cuadro aquí, este jarroncillo allá, este color de pintura para el salón, estas cortinas en la habitación… y lo vas llenando de pequeños detalles que son tú. Haces de cuatro pareces un lugar único. Logras auto reflejar en objetos inertes tu personalidad.
Cuando llegas a tu casa es como que el mundo no existe. Sin darte cuenta, cierras la puerta, te quitas la chaqueta, los zapatos y miras alrededor… y aunque tengas sin recoger los cacharros de la cena de ayer, es tú casa… mejor que ninguna.
No nos damos cuenta, qué nunca paramos de decorarla, cambiarla… al igual que vamos haciendo con nuestra vida según pasan los años. La “acoplamos” a nosotros.
Por eso, nunca es fácil tener que abandonar ese mundo insólito y personal que tanto nos ha costado crear sea cual sea la circunstancia.
Y es qué es duro mirar alrededor de tu casa y verlo vacío. Las marcas de los cuadros en la pared, esa rozadura en la puerta, el color del suelo desgastado de tanto limpiar… ver, que tu vida se amontona dentro de unas cajas de cartón precintadas con el precinto más barato que has encontrado marcadas con un rotulador en negro. Sigues mirando y a tu mente vienen muchos recuerdos, buenos y malos. Al fin y al cabo han sido muchos años luchando para conseguir esa serenidad necesaria en la guarida personal. No puedes controlarlo y las lágrimas caen por tus mejillas… es tú casa, tú rincón, eres tú. Y si además tienes que abandonar “cosas” que te hacen falta, “cosas” que no concibes estar sin ellas… el dolor es aún más desgarrador.
Cuando llegas a tu nueva casa te sientes extraño. Aunque sea una casa que ya conocías anteriormente, en la que estés a gusto, algo le falta. Pero… según vas colocando cosas tuyas, según vas cambiando algunas cosas y desempaquetando esas cajas… notas una tranquilidad increíble. Te das cuenta de que ese mundo insólito eres tú y va donde túuvayas. Que todos esos objetos inertes tiene vida porque eres tú quién se la ha dado. Tienen personalidad porque sin ti tan sólo serían objetos tristes en una vitrina.
El hogar lo formamos las personas que vivimos dentro. Somos nosotros los que transformamos esas cuatro pareces inertes en lugares asombrosos, únicos. Las damos vida, personalidad… somos nosotros los que le damos una razón de ser a esos objetos… las cuatro pareces… son las mismas vayas donde vayas, tan solo son fachada.
Me encanta dormir junto a ti todas las noches, despertarme a tu lado por las mañanas, ver tu pijama tirado en la cama, quitarte comida del plato, observarte mientras te duchas… pero cariño… eres un poco soso decorando. ¡Color, color, más color!
Me mudaría a tu casa mil veces más si hiciese falta. Te quiero.
7 comentarios:
Qué miedo me ha dado empezar a leer tu post, con las amenazas de "te vas a cagar"... pero una de dos, o te has dejado cosas sin publicar, o me encanta todo lo que dices. Además con el añadido de que sé lo sincera que eres.
El color es lo único que faltaba? Pues entonces ya está solucionado. Tú le das color a la noche, color a una película en blanco y negro, color a nuestra casa.
Ay cuánto te quiero.
MUA
Yo tengo la teoría que la manera de entender una casa según la expones en el blog es intrínsecamente femenina. Mi primera casa (compartida) no tenía ni armario en mi habitación, me hice uno con un jergón, una cuerda, un poco de ingenio y algunas telas. Nunca la decoré. Nunca.
A la segunda casa le puse muebles, los necesarios. Era lo más parecido a una cueva moderna que te puedas imaginar (con telarañas y todo, en el wc había un ecosistema propio y único en el mundo). Y era feliz. Eso sí, dormía poco en casa y a veces comía en casa... la mayoría de las veces no. Era un refugio y en caso de necesidad un picadero, pero vivía en la calle.
Hasta que no me he trasladado a casa de mi novia no he tenido hogar. Y lo que le pongo a la casa es... yo, mi ropa y poco más. Será que los tios no tenemos esa necesidad...
Fer... ya irán saliendo cosillas... tranquilo :p
dezaragoza, no había apensado en que era una "manera femenina"... tal vez si en la forma de expresarme pero no en el concepto. Como bien has dicho, donde estas ahora es lo que consideras tu hogar, no los anteriores, aunque en tu segunda morada decoraste, poco pero lo hiciste. Cuando hablo de cortinas y cosas del estilo son ejemplos. Yo necesito color, tu más sobriedad. Para gustos los colores, no?
Me alegro que por fín encontraras tu hogar, dulce hogar.
Besos a los dos.
Qué bonita, la entrada… de tu casa :) :) No sé, me has hecho pensar en lo que ha tenido que vivir Jorge, al venirse aquí, y en cómo la casa ha cambiado. Hasta la hierba que pintamos en el pasillo de entrada yo creo que ha crecido después de que le pintara las maripositas del color de nuestra habitación. Ohhhh, estoy ñoño porque… mil cosas, pero creo que recuerdo la angustia, de los primeros días, intentando saber si él estaba bien. Snif, snif.
Besos felices en ascensor (porque, el curro, el ordenador se cerraba al entrar en tu página… el ordenador no; la página… uuuuy!!! ¡¡¡¡el explorador!!!, que, por otro lado, llamar “explorador” al explorador es un poco pretencioso. El hacernos pensar que estamos corriendo mil aventuras… hummm, es sobre algo que tengo pendiente, ¿pero yo no me había despedido? ¡¡hay que ver lo lentos que son los ascensores últimamente!!:)
Es cierto que los hombres somos más descuidados con la casa que las mujeres. Yo creo que está relacionado con la forma distinta de funcionar de cada cerebro, aunque me lluevan tortas por decirlo.
Aunque a mi siempre me ha gustado tener las cosas ordenadas...relativamente, dentro de mi caos, y con un mínimo de limpieza.
Pero en mudanzas puedo escribir un libro entero. Un momento que cuente...en los últimos 15 años he tenido ... (estoy contando...lo juro) 8 domicilios distintos. Salvo las tres primeras mudanzas de soltero con libros, el resto han sido faraónicas...
Y espero que este sea más duradero.
Estoy de acuerdo con Annita en el color de las casas (no es por nada pero yo he estado en la casa de Anna y no he visto el después pero si el antes y era como un poco.........blanco? aséptico... no te enfades Fer que ahora viene lo bueno. Una casa con seres vivos de la misma especie (exceptuando tortugas que no valen, ni ecosistemas pequeñitos de camarones) no es una casa. Le hace falta la presencia de, por ejemplo, seres maullantes de cuatro patas, que dan mucha alegría, mucho color y muy pocas molestias, por no decir ninguna. Comen lo justo, adultos como son no rompen nada, limpios, son una terapia estupenda sobre todo para los niños..., siempre dos mejor que uno para que no se sientan solos y perdidos.. y además veterinario gratis!!!... en fin... así y poniéndome en modo blog de Anna "su corazoncito (el de Annita) se sentirá menos desgarrado y casi pleno". VOTO POR RALLAO Y MOPA!!! Y conste que no es presión, que quite el jarrón y ponga a los gatos!. Besitos.
Esther
Toc.toc.toc. último mensaje hacia el pasado de hoy. (mañana seguiré)
Ya sabía yo que tenías tu pareja. ¡Es imposible que una mujer como tu esté sola! ¿Y el pequeño? Fue ficción o es realidad. ¿?
Yo tengo mi casa y lo único que me preocupa es cierto orden en mi taller o escritorio (de 12M2) y la limpieza.
La decoración me la rempanfinfla...O como se diga.
Alguna vez ha venido alguna amiga y me ha dado sus ideas.
Pocas de esas ideas se han realizado. Pero siempre he escuchado posibilidades.
Mi casa es sencilla; y lo que me importa es este rincón desde el que escribo. Música, libros y letras.
Se feliz.
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