4 de diciembre de 2009

Esos ojos verdes

Tras leer un fantástico post de Markos, donde también hace referencia a la idea Perséfone y su "concurso  de la mano de Hachi" no me he podido resistir a escribir. Así que aquí va.

_______________________________________________________________


La vida que yo creía que me esperaba después de pronunciar el “si quiero”, enamorada de un príncipe azul, perfecto y maravilloso a mis ojos y a los de los demás, no era más que un espejismo multitudinario. Como en las peores pesadillas, aquel maravilloso noviazgo plagado de amor y “estar hechos el uno para el otro” se convirtieron la misma noche de bodas en un calvario.

Prisionera en mi propia casa, anulada por completo y con miedo, mi único salvavidas era él.

Un día le traje a casa. Lo regalaban en una clínica veterinaria y no me pude resistir. Era una bola de pelo atigrada con unos ojazos verdes que me eclipsaron por completo. No sabía qué explicación daría en casa  ya que me traería problemas… aunque sabía que hiciese lo que hiciese los tendría, así que decidí que esta vez, el problema lo crearía yo… no sería solo un desvarío transitorio para mi marido con el que machacarme una vez más. Esa vez sí, el problema lo había creado yo.

A pesar de reproches, gritos, zarandeos y alguna cosa más Cipri se quedó conmigo en casa.

En mi prisión de cristal lo único que me daba sustento era él. No sé como lo hacía, pero a pesar de estar dándose su paseo de todos los días por los tejados de la ciudad, cuando más le necesitaba siempre aparecía. Se acurrucaba a mi lado y me daba la patita lamiéndome la mano con esa lengua áspera que tanto caracteriza a los gatos. Se sentaba en mis rodillas, me miraba con esos ojos y me taladraba con su mirada y entonces brotaba de él un ronroneo que sonaba en mis oídos como una música celestial que me tranquilizaba.

Un día se enfrentó a mi marido por mí. No recuerdo que sucedió, solo que se abalanzó sobre él y me defendió. Un mico de apenas tres kilos saco toda la fuerza que yo no tenía dentro para a pesar de ponerse en peligro defenderme con lo poco que tenía.

Fue entonces cuando decidí que no podía seguir así. Una gran amiga me ofreció trabajo en Córdoba y armándome de valor, a pesar de tener más miedo que coraje me marché.

Aún recuerdo los últimos días en aquella casa tronchada por los celos, la incomprensión y el sentimiento de pertenecía que caía sobre mí, haciéndome tan débil física y sobre todo moralmente. Recuerdo como Cipri jugaba con el plástico de bolas que utilizaba para envolver lo poco que me llevé y como mi marido, a pesar de ni siquiera dejarme salir de casa hasta entonces, solo intentó echarme un polvo más encima de él.

Recuerdo ese par de días de mudanza con alegría sinceramente. Parecía como si Cipri me ayudará a decidir que llevarme y que no. Tampoco tenía mucho hueco en aquel Renault 5 de mi amiga, pero con qué cupiese el trasportín donde iba él, me era más que suficiente.

El día que nos marchamos mi marido me ayudó a bajar las cosas y meterlas en el coche alegremente. Tenía que seguir ejerciendo su papel de marido maravilloso y comprensivo ante los demás y dejó por un momento a la bestia encerrada en el armario. Mi amiga no me dejó a solas con él ni un segundo.

Cuando le indiqué a Cipri que se metiera en el trasportín no lo dudo ni un momento, de hecho creo que incluso me regañó por haber tardado tanto. Me miró, estiro el rabo, ladeo la cabeza y produjo un sonoro maullido. Cuando cerré la puertecita le di un beso en su hocico y le dije “ya está, nos vamos” y me volvió a maullar.

De camino a Córdoba se portó como un campeón. Lo tenía a mis pies y solo se quejaba cuando quitaba la mano del trasportín.

La verdad es que estaba muy asustada. A pesar de todo lo pasado y aunque sea incompresible seguía queriendo a mi marido y una bola en el estómago apenas me dejaba respirar. Las lágrimas no dejaban de fluir y muchas veces me nublaban tanto la vista que el camino que recorríamos me parecía más difuso que el que dejábamos atrás.

Cuando llegamos a nuestro nuevo destino y al abrir la puerta del coche, una bocanada de aire entró en mis pulmones, una vista diferente de lo que yo estaba acostumbrada y un aroma a azahar instintivamente esbozó una de las mayores sonrisas que jamás he podido alumbrar. Era libre a pesar de saber que no todo había terminado.

Saqué a Cipri del trasportín y le abrí la puerta. Sin pensárselo dos veces salió corriendo como un loco y comenzó a dar brincos. Cuando se tranquilizó vino a mí y se rozó contra mis piernas con su ronroneo particular pidiéndome que me agachara y lo cogiera.  Por muy estúpido que pueda sonar, nos abrazamos.
Cogida de la mano de mi gran amiga Marmen y teniendo en brazos a mi niño, en cuestión de segundos supe que, a pesar de  que iba a ser duro, lo íbamos a conseguir.

Pasaron los meses y ambos éramos muy felices. Cipri seguía dándose sus paseos, pero está vez en vez de por los tejados de una gran ciudad, lo hacía por los jardines verdes y árboles majestuosos que había por aquella zona de chales. La verdad es que el cambio no estaba nada mal.

En aquella época, cuando me miraba con esos ojazos verdes y me ronroneaba sentado en mi regazo mientras yo le acariciaba, de la daba las gracias por estar conmigo, defenderme y darme todo lo que necesitaba sin pedirme jamás nada a cambio. Sus miradas eran complacientes y sus gestos únicos y dedicados sola y exclusivamente a mí. Es un sentimiento tan grande, tan profundo que sé que a ojos que no hayan vivido algo así se escapa a su realidad.

Un día, Marmen y yo nos fuimos no recuerdo exactamente a qué. No me iba tranquila, porque Cipri no había vuelto todavía de su paseo y no me gustaba irme de casa sabiendo que él andaba por ahí. Montadas en el coche y dirigiéndonos a no sé donde, algo me punzó el pecho y le dije a Marmen que diese la vuelta, que teníamos que regresar a casa, algo pasaba. Al llegar a la puerta del jardín no lograba abrirla. Cuando por fin lo conseguí no sé porque pero comencé a llamar a Cipri.  Desesperada al no tener contestación le llamaba más y más fuerte hasta que Marmen me increpó y me pidió que me callara… se oía un leve maullido. Me acerque y lo vi. Estaba tumbado en el césped con su precioso pelo brillante y largo estirado como si fuese una cara alfombra de angora. No se movía, lo habían atropellado y no sé cómo pero fue capaz de llegar hasta casa solo para buscarme. Le cogí en brazos y le puse sobre mi regazo para acariciarle y hacerle sentir que no estaba solo. 

Murió en mis rodillas tranquilo y feliz, lo sé, sé que fue así. Parecía que el destino lo había puesto en mi vida hasta que encontrara el camino… y al igual que llegó de repente cuando más le necesitaba, se marchó cuando mejor estaba. Pero me seguía y me sigue haciendo falta. Y a pesar de que hayan pasado diez años desde entonces, a veces me parece oír su ronroneo cuando decaigo.

Y por muy triste que pueda parecer este final, realmente no lo es. Porque cuando pienso en él  sonrío por todo lo que me dio y significó en mi vida. Porque el recuerdo que tengo es tan maravilloso que siempre me vienen a la mente esos enormes ojos verdes diciéndome tanto con tan poco. 

21 comentarios:

Francisco Galván dijo...

Precisa historia, Anna, y, como siemper, muy sentida y emotiva. Me alegro de que hayas vuelto al tajo.

Francisco Galván dijo...

Por cierto, ¿dónde se votan los relatos presentados a este premio? Estuve mirando cuando leí el de Markos pero no lo encentré.

Bel dijo...

Paco... gracias :D. Solo espero no estancarme de nuevo.

Lo de los premios... no tengo ni idea... creo (pero no me hagas mucho caso) que se reciben relatos hasta el domingo y luego los publicarán o enlazarán...

Por cierto... tú crees que el Abu se enfadará conmigo por este relato? Que últimamente no doy una con él y al final veo que me desedera :S y es que el jodío cerdo cada vez gana más terreno...

Besos.

Anónimo dijo...

Vaya día que llevo de llorón...estoy hecho un Bustamante cualquiera.
Esto debe de ser una cadena, porque tu Cipri, me ha recordado a mi Panchita (que siempre la recuerdo...esos ojos azules)

buff, qué historia! lo siento? enhorabuena? eso sí muy dura

Bsos

Anónimo dijo...

@Paco, no tengo ni idea de cómo va, Perséfone hace lo que puede la mujer
Salu2

Bel dijo...

Markos... no sé como lo haces, pero siempre logras hacerme reír jajajaja.

Siéntelo y dame la enhorabuena. Ambas cosas son buenas. De todo se aprende.

Besos Bustamanete mío!.

Rosa dijo...

Vaya catarsis guapa!!!!!
Un besote.

Anónimo dijo...

Me encantó!!

Enhorabuena por la valentia que implica ese proceso!

Besicos

Perséfone dijo...

Hola Anna.

¡Muchísimas gracias por participar! No sabes la alegría que me has dado.

Por cierto, es un relato precioso. Aun tengo los pelos como escarpias.

Sobre la manera de votar, no te preocupes, que yo os avisaré cuando publique la entrada con la recoilación de los relatos (el lunes concretamente) y allí mismo explicaré cómo podrán emitirse los votos para evitar trampas y malas artes, que hay gento que por un simple libro es capaz de estropearlo todo.

Kir dijo...

Oh y el gato maullaba y con solo eso, lo decía todo. Es lo que tienen los animales, no la cagan con palabras, ni se fijan en que seas más alta, más flaca o en el modelito que uses. A él/a ella, según, le gustas así y le gustas tú.

Podría hacer yo un texto sobre mi iguana (iguanas más bien) , en paz descanse(n), pero sería ciertamente aburrido. Esos bichos son un caso aparte. xD

Abrazos de pasa un buen puente erótico-festivo, mami.

Annick dijo...

Muy emocionada de leer este relato , que me recuerda las miradas tan cariñosas de los perro que tuve y que echo tanto de menos .

Besos desde Málaga.

Cris dijo...

Qué triste la historia... Pero qué bonita como siempre.

He estado viendo lo del concurso de anima-blog. Qué chula me ha parecido la idea.

Esther no se anima a participar???

Besitos...

Bel dijo...

Rosa... más ancha que larga XDD

Besos.

Gloria... son cosas que pasa... nada más. Es muy importante quién te rodea y tengo que dar las gracias a mucha gente.

Besos.

Perséfone... gracias a ti por pensar algo así, me parece una gran idea para que la gente no entiende la relación que se puede tener con esos bichitos sea tan especial.

En realidad... no saben lo que se pierden.

Besos.

Kir... mija que razón tienes... te quieres por lo que eres, no hay más.

Besos.

Annick... parece mentira todo lo que nos puede decir una simple mirada, verdad?

Besos.

Cris... de verdad que no considero triste la historia. Creo que es una historia llena de lucha y sobre todo amistad.

Esther?? Hmmmm... se lo diré :)

Besos.

Unknown dijo...

Bueno, por gusto, estilo y magia me han gustado tanto el de Marcos, como el tuyo. Son relatos preciosos que no puedes parar de leer. Sin embargo, el final de Cipri me da demasiada pena. Lo siento. Me recuerda a Bora que murio en una camilla cuando le detectaron un cáncer terminal cuando sólo tenía un año y poco. En mi caso es una herida que nunca cerró.

Bel dijo...

Santi... que aquí no se trata de votos ni de competición ninguna XD. He escrito lo que me ha apetecido y salido de dentro como siempre... que participo en el concurso? Pues sí... pero porque el concurso en si es quién me ha dado el empujoncito a escribirlo, nada más :).

Tu haz lo que creas conveniente tontín.

Besos.

PD.: Hay heridas que nunca cierran, pero que nos ayudan a llevarlo mejor.

Constantino Carenado dijo...

Curioso gato.
Curioso "principe azul".
Leyendote me doy cuenta, francamente, de que mi mente no funciona como las demá. Hay algo que no me cuadra
¿Estaré enfermo?
No comprendo, ni he comprendido nunca, eso de "principe azul" o "princesa cisne".
Me alegro que fuese un animal atigrado el que te ayudase en ese momento de tu vida.
Pero...con sinceridad.
Miro tu vida, que conozco por lo que has escrito en este blog que se aletarga , y no tiene nada que ver con la mia.
Yo ,jamás me enamore de ninguna princesa:
Una ,por ponerte un ejemplo,tenia el culo plano ,pezones gigantes en pechos pequeños y la columna torcida. Físicamente no era mucho, ni me gustaba al principio; pero su agudeza y el trato dairio me llevaron a enamorarme ciegamente de ella.
Nunca usurpé su libertad, pero queria seber si estaba sola o no; para marcharme en ese momento.
Es curioso,si tu historia es real, que la vida es diferente para cada persona y cada animal.
Vive tu momento como sé que estas haciendo.
Un relato tierno como todos los tuyos. Por cierto tengo una gata atigrada pero nunca se ha comportado de esa manera. No quiere salir de casa y recibe mal a las visitas. Pasó mucho tiempo sola cuando yo trabajaba en la fresa.Quizás sea eso.
Hecho de menos más aportaciones de las tuyas; pero que este comentario no te estrese. Lléva tu ritmo con ese corazón que no te cabe en el pecho.

Bel dijo...

Alberto... cuando nos enamoramos nos volvemos ciegos y sordos. Llamarle "príncipe azul" es una manera de descibir mi yo hacía él.

Cuando nos enamoramos, pues eso, nos enamoramos y no vemos más. Y eso es lo bonito del amor, que alguien nos llene por lo que es no por lo que se puede ver en ella.

Es cierto que he utilizado este blog como desahogo personal en muchas ocasiones... y sinceramente a veces me arrepiento porque puedo dar a entender que soy una persona triste y no es así. Si algo me caracteriza y saben bien los que me conocen es que es raro no verme sonreír... solo que últimamente me cuesta más de la cuenta por algunos temas.

Muchas veces me han dicho que me envidian por decir sin más lo que siento, por no esconderme, que es digno de elogio. No sé si lo es o no... pero como he dicho en muchas ocasiones escribo desde el corazón y no me gusta atarlo.

Las vidas... madre mía si son diferentes... e iguales a la vez. Pero todas son únicas.

Besos.

Froilán De Lózar dijo...

Me lo he tragado enterito y despacio, masticando cada palabra tuya, tu dolor que viene aquel tiempo pasado, cuando todo era oscuro y no encontrabas una puerta. Y siempre queda tiempo para volver al mundo y ahora estamos aquí, entre otra mucha gente que te admira.

Un besazo

Froilán De Lózar dijo...

Por cierto, pequeña, un trocito de esto no le vendría mal a nuestro blog comunitario. Cuando saques un tiempo y tengas fuerzas, a lo mejor te animas.

Otro besazo

Anónimo dijo...

Interesante blog.
Un abrazo

Paula dijo...

Qué lindo Anna, enhorabuena!