6 de noviembre de 2009

Soy semilla de ilusión

Miraba la Luz y le cegaba. Absorto en el amanecer de esa ventana cerraba los ojos esperando la oscuridad.


Los barrotes fríos se le clavaban en las manos llenas de callos, por los trabajos forzados. Su pena de por vida, la vida.
El no arrebató ninguna y sin embargo le concedieron otra. El arrepentimiento y perdón vergonzoso de su propia ira. La pena a vivir sin ganas ni motivos, sin arrepentimiento ni solución… ni aquel maldito momento ni lo que le espera. Quizás hubiese sido mejor que le arrebatasen la suya, habrían sido más misericordioso. Misericordia. Él no tenía derecho ni a pronunciar esa palabra. Ni siquiera había sabido usarla. Si los guardias le oían pronunciarla... en ese lugar el destino estaba marcado por la culpabilidad de lo que ellos quisieran hacerte culpable.


El arrepentimiento no calma las almas endemoniadas por actos ajenos. ¿Pena de muerte? Quizás.


Miró sus manos doloridas maldiciéndolas. Abrigó sus muñecas tapándolas con sus manos. Miró hacía arriba y deslumbro entre tanta luz un poco de oscuridad. El sol cegador engañaba a sus ojos abiertos de par en par con pequeños puntitos negros que se movían como si diminutos seres invadieran sus pupilas recordándole que la mañana había llegado. Su mañana, otra mañana más.


La sirena que hacía de despertador retumbaba entre las paredes de piedra. El sonido se le hacía melodía después de tatas mañanas. Era lo único agradable que oía desde hacía mucho tiempo. Al principio le recordaba a la sirena que se oía en las películas bélicas, cuando iba a ver un bombardeo y había que huir. Aquí no tenía esa posibilidad, así que acogió la melodía de la mañana como una amiga que le recordaba porque estaba ahí.


Ya no se permitía pensar ni soñar. Las noches las pasaba esperando la mañana cansado de tal manera que ni los pensamientos más fáciles se atrevían a llamar a la puerta de atrás de su cabeza.


El peor día era el domingo, o eso creía. Ya que después de tanto tiempo no calculaba bien los días ni las horas. Solo el día y la noche. Olvidado en un celda por cuestionar… y seguir cuestionando.
Recordaba la última vez que hablo con el religioso del centro y como este, intentaba una vez más entrarle en “razones”. “eres culpable de traición”, le decía mientras su mirada inquisidora le castigaba y vejaba.  


Sabía que hoy sería su último día, vencería apoderándose de su destino. Había escrito con su propia sangre en las paredes de la celda con su intuición y sin luz. El religioso le había dado tarea. Que escribiera sobre su Dios, sobre aquel que decía no creer y lo firmara. “Firmarás con tu rubrica y lo escribirás de tu puño y letra para que conste que estás perdido” le dijo. Y lo había hecho. Había hecho un pacto de sangre consigo mismo y aquella fría celda que le encerraba por sus creencias.


La celda se abrió y salió al pasillo. Un centenar de hombres harapientos se cuadraba delante de cada una de las celdas mientras unos guardias los insultaba y escupían cuando pasaban al lado de cada uno de ellos.  Golpeaban sus porras en los barrotes sin mirar que golpeaban realmente mientras gritaban palabras prácticamente ilegibles.


Un sudor frio le recorrió el cuerpo al saber que por fin todo iba a terminar, en cuanto los guardas vieran las paredes de la celda no le dejarían dar explicaciones. Pero estaba preparado.


Uno de los guardias se dispuso frente a él. Acercó su rostro de tal manera que sentía su aliento caliente y ebrio. Olía el olor a alcohol que desprendía por todos lados. El guardia abrió los ojos de tal manera, mirándole, acechándole que no pudo más que esbozar una sonrisa. Acto seguido sintió un dolor agudo en la cabeza y cayó al suelo como caen los edificios viejos vendidos a la dinamita, sin ninguna razón. Intento levantarse pero el pie del guardia se lo impedía, clavándole las botas. Sintió algo frio en la sien y como el guardia le gritaba tan cerca de la oreja que su saliva se precipitaba a su cara haciéndole parecer que ahora el borracho era él. Siguió riendo, esta vez a carcajada limpia mientras su cuerpo se fundía con el suelo.


Por un momento todo quedó en silencio y pensó que todo había sido un sueño, pero el dolor en la cabeza le volvió rápidamente a la realidad. Seguía inmóvil abrazado al suelo. El guardia de rodillas junto a él le agarró por el mentón y le alzo la cara. Le enseño lo que tenía en las manos, una pistola con la que jugaba entre su pelo. Ahora comprendía el frio que antes había sentido.
Un sonido hueco inundó el pasillo y todos los presos se echaron al suelo. El guardia que aún sostenía su cabeza la dejó caer impregnada de un líquido rojo que no podía ser otra cosa más que sangre. Las vísceras se esparcían por todas partes y el guardia se quito un trozo de sesos de la frente como si estuviese espantando moscas. Miró a otro guardia e hizo un gesto. Entre dos cogieron su cuerpo y lo arrastraron por el pasillo, hacía la puerta de atrás. Un camino rojo dejaba señal de la vida que ya existía. Sus compañeros le miraban atónitos, sin entender el porqué. Su cabeza distorsionada dejaba ver los pocos sesos que habían quedado dentro. Un agujero indescriptible a la mirada y el pensamiento no dejaba duda de que la vida se había marchado de aquel cuerpo.


-Llama al padre.- ordenó el guardia.


A los pocos minutos un hombre vestido con ropas limpias y bien cuidadas apareció. A cada paso que daba las personas que allí se encontraban se inclinaban y bajaban la cabeza a su paso, un paso erguido que ensombrecía cada rincón. Paró delante del guardia y le preguntó qué pasaba.  Este señalo hacía dentro de la celda testigo de la propia muerte y alzo la cabeza señalándole que pasara.


El padre pasó dentro y su cara cambió. El gesto de dominancia cambio por uno de sorpresa y derrota. Letras imbuidas en la piedra de aquellas paredes le gritan en silencio. Un rojo oscuro como el color de la toga que vestía los domingos se le clavaban por todas partes sintiendo aquellas palabras como miles de soldados preparados para la batalla final.


-Dejadme solo.- Ordenó.


Se sentó en el catre y clavo sus ojos en la primera de las frases escondiendo sus manos dentro de las grandes mangas de sus vestiduras.


“¿Quiere que crea en un Dios? Está bien, creeré. Pero creeré en aquel que veo  y siento no en el que quiera que vea y me hagas sentir.
Creo en un Dios cruel, que castiga sin ton ni son a sus hijos Creo en un Dios rencoroso que inflige dolor físico y moral. Creo en un Dios mal padre que cree que enseña a sus hijos fustigándoles con el hambre y la sin razón dejándoles morir con enfermedades. Mi Dios no comprende a sus hijos sino que les impone sus ideas antiguas, obsoletas y arraigadas en la tierra que pisamos obligadas por la sangre de sus guerras que en su nombre se hicieron, hacen y harán.
Creo en un Dios que se ha inventado el hombre para así tener la excusa perfecta para actuar en nombre de otro sin esperar consecuencias. El pretexto perfecto para una devoción mortal que consume las mentes de los más débiles y así hacer crecer el odio, la incomprensión y la tiranía de las ideas. Creo en un Dios que enseña a sus hijos a odiarse entre ellos. Un padre que malmete hasta la muerte  y que no solo no cura sus heridas, sino que se jarta de ellas y exhibe orgulloso.
Dígame que padre, que buen padre que quiere a sus hijos como parte de él los sentencia antes de nacer.
Un Dios tan cobarde que prefiere ver  sufrir a sus hijos como parte de él que son, a castigarse a sí mismo amargado por su propia frustración. Necesita alguien en quién volcar sus desgracias. Es más fácil desechar lo que creemos mal hecho a creer que el creador es quién lo está haciendo mal.
Y es que para ser padre no hay manual, religión o Dios, porque es un sentimiento tan grande y profundo que cualquier palabra escrita u horada se le queda tan corta que ni la oración más arraigada jamás sabrá lo que es querer tanto. Uno mismo se vuelve beato mirando la cara de su creación, maldiciéndote a veces por no poder haberlo hecho mejor pero siempre con una caricia en su mejilla, jamás deseando su destrucción.
Espero que su tarea para el domingo haya sido de su agrado, no me quería marchar.siendo un mal educado y por ello además de firmar su tarea impuesta, le dejo estas palabras escritas con mi propia sangre para que vea que por fin consiguió su propósito. Que creyese en un Dios
Soy semilla de ilusión, culpable de traición, pero solo si caigo en el camino. Tan solo soy, tan solo un viaje a la esperanza".

 

".

22 comentarios:

Fer dijo...

Qué grande... pero vas a tener un problema... ahora también quiero los capítulos previos de este relato!!!

Joder... ¿por qué está condenado? ¿qué ha hecho? ¿en qué época se mueve todo?

Me dejas tantas preguntas abiertas, pero a la vez es tan grande lo que está escrito, que quiero saber más.

¿No será el capítulo veintiequis de Verde Esperanza, verdad? ¿Quizás el diecitantos del relato del que sobrevivió al cáncer? ¿El catorcisiete de una nueva idea?

Escribe más, coooooooooño ;)

Besotes condenados.

Bel dijo...

Fer... ¿No está claro que ha hecho? No sé si abra alguna primera o tercera parte.... quién sabe!!

Besos!!

J dijo...

Semilla de ilusión. Somos semilla de ilusión... Tiemblo.

Besos

Anónimo dijo...

¿Porque tiemblas si te escondes tanto?

Bel dijo...

J... ¿Porqué tiemblas? Me ha quedado la duda oyes...

Gracias por pasarte y comentar.

Besos.

Anónimo... ¿El que está escondido no eres tu?

Besos.

Anónimo dijo...

Que escalofrio me ha recorrido la espalda al leerlo... y eso qu eya tengo encendida la calefacción...

Besicos guapa.

Francisco Galván dijo...

Relato devastador, como siempre Anna. No dejas el menor resquicio a a la esperenza

Anónimo dijo...

No estoy escondida, solo voy falta de tiempo y me desquician las pantallitas.
Por eso opino que quien se molesta en llamarse J bien puede continuar desvelando su "identidad" Yo soy Juan o Juana o todo a la vez...

Las incógnitas eternas son otra forma más de condena...
Por cierto el condenado de la historia tenía toda la razón del mundo...vaya con dios...

Lo que le pasó Fer, puede haber sido en el pasado cuando la iglesia teníapoder absoluto, pero puede pasar de alguna manera en estosmomentos o mañana... en realidad y desgraciadamente creo que pasará siempre, ya que al parecer cuando se prueba la tiranía se nos amolda al cuerpo y nosotros terminamos desapareciendo pero el molde ahí queda...

Bel dijo...

Rosa... arrópate bien guapa, que esa carita no tiene derecho a pasar frio :)

Besos.

Paco... yo pienso todo lo contrario. Creo que hay mucha esperanza, porque al protagonista de mi relato ni la muerte le a arrebatado de sus ideas e ideales.

En realidad se ha reído de la propia muerte y de quienes se la han propinado.

Besos

Anónimo/a... que me parece a mi que se quién eres... jijiji

Besos.

Bel dijo...

Paco... me dejas preocupada con eso de "relato devastador como siempre".

Juan Carlos López dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan Carlos López dijo...

Este tu Segismundo prefiere asumir la muerte con un vómito de desprecio a la razón de la sinrazón.

Estremecedor.

Un kurdo que será, problablemente, ejecutado mañana, ha escrito esto:

"Nunca temí a la muerte.Incluso ahora, al sentir su presencia extraña y honesta a mi lado, todavía quiero oler su aroma y redescubrirla; la Muerte, que ha sido el compañero más antiguo de esta tierra. No quiero hablar de la muerte, quiero cuestionar las razones que hay detrás. Hoy, cuando el castigo es la respuesta para aquellos que buscan la libertad y la justicia, ¿cómo se puede temer ese destino? Aquellos de "nosotros" que hemos sido condenados a muerte por "ellos" sólo somos culpables de la búsqueda de una apertura a un mundo mejor y más justo. Son "ellos" también conscientes de sus actos?".

Chungas dijo...

Un viaje al verde.
Qué duro.

Francisco Galván dijo...

Bueno, supongo que son formas de ver las cosas. A mí me lo parece. Se ríe de la muerte, sí, pero acaba con un tiro en la cabeza. La esperanza será ir con los angelitos al cielo de ese Dios en el que no cree.
De todas formas, no te preocupes por lo que yo diga. :)

Anónimo dijo...

Has echado el resto en el relato. Es muy bueno.

Aunque teniendo en cuenta la sarcástica descripción que hace el protagonista del dios que le pinta al religioso, se adecúa una barbaridad al Yavé judio del antitguo testamento. Bueno a ese a algún que otro más.

Lo que no pueden quitarle a nadie que esté encerrado es un cerebro con tiempo para idear la forma de dejar de sufrir e hacerle un calvo al mismo tiempo a sus verdugos.

Bsos

Bel dijo...

Papichuli... ufff... últimamente estáis teniendo la virtud de dejarme sin palabras. Muchos... más de los que yo desearía.

Besos.

Chungas (Cris)... un viaje, sí. No dejemos que nos paren.

Besos...

Paco... él sabía que tarde o temprano moriría. Sabía más de lo que sus carceleros querían que supiese.

Y en cierta manera si me preocupa lo que digas... ya que eres una de mis referencias.

Besos.

Markos... si te digo la verdad... es el primer relato que hago a base de "parches". De ideas sueltas que he ido teniendo pero que luego, me ha sido muy fácil encajar la verdad.

Puede que peque de prepotente, pero es una de los relatos que más me gustan... porque aunque negro y extremista (pero más real de lo quisiéramos), creo que envuelve una idea muy perdida... y es el no dejarse manejar ni ceder ante ningún tipo de fuerza. ¿De que nos sirve nuestra propia vida si nos obligan a vivirla sin ser nuestra?

La verdad es que no me he fijado en ningún Dos en concreto.... ni me he documentado para variar (ya sabes que escribo lo que me sale, sin más). Simplemente es lo que creo.

Besos.

Francisco Galván dijo...

No me digas que soy una de tus referencias que me metes mucha presión...
Por cierto, te prometí que me leería de un tirón tu Verde Esmeralda y no me olvido. La tengo impresa (en el PC me quedaría sin ojos, son muchos folios). Un día de estos comienzo. Es que con la operación y una novela que acabo de terminar (y ahora debo corregir, son 500 folios justos) pues voy de culiambro.

Bel dijo...

Paco... ajo y agua nen ;)

Respecto al verde tranquilo... son solo los primeros capítulos y no corre ninguna prisa.

Tu tómate todo con tranquilidad... aprovecha ahora que puedes.

Besos.

Lorena dijo...

La convivencia en sí siempre conlleva roces y a menudo es difícil, si conlleva imposiciones dobles sentidos o tambien hay que decirlo prepotencia llega a ser imposible.

Lorena dijo...

En el fondo buscamos que otros hagan lo que nos interesa o que actúen como nosotros consideramos correcto (tal vez otra forma de decir lo mismo)
Solemos intentarlo a buenas (tal vez hasta ahí llegamos)
Si no vendiendo como algo interesante para el otro lo que necesitamos en realidad, nosotros (a veces es hasta aquí hasta donde llegamos)
Luego la desesperada o el "superreto" o tragas o ya veras tú...

Bel dijo...

Lorena... no se si te has equivocado... pero no entiendo muy bien tu comentarios :S

Aún así, gracias por pasarte.

Besos.

Lorena dijo...

¿Que es lo que no entiendes?
en tu relato hablas de alguien que trata de imponer algo a toda costa o dispuesto a llegar a lo que sea.
Lo de los dioses o dictadores ya se ha demostrado siempre; aunque el orden de la táctica a veces es invertida a como yo lo exponía, porejemplo aquí en España, cuando Franco se impuso, al principio fué de modo abiertamente brutal, luego a medida que la población tragó incluso lo aceptó como algo ventajoso e incluso lo apoyaban.
Todavía hoy día hay quien habla de él diciendo que era como un "yayico" como algo entrañable...
El que no tragó abiertamente murió, luego pasaron los años y la vida continuó para los demás; estos sobrevivieron, le sacaron más tiempo a sus vidas... y cuanto más aceptaron más aceptables fueron sus vidas.
Al final se mide por "Cada cual que haga lo que quiera con su reloj" pero en realidad tu reloj no lo tienes tú ni siquiera tienes eso en realidad.
Ya se que las apariencias engañan pero todos tenemos apariencia y no quiero parecer absolutamente negativa al decir esto, sólo vivimos y nos vamos encontrando con que hay muchas cortinas por el camino.