Miro desde mi acera a la gente pasar. No entiendo nada.
Van todos deprisa, sin mirarse unos a los otros. Espío sin esconderme los gestos y miradas de la gente. Somos auténticos desconocidos.
Los pies de la multitud siguen un camino aún no descrito, pero parece que andan con seguridad, aunque sin saber a dónde. Se empujan unos a otros martilleando el suelo con sus pies casi descalzos. Han pedido voluntarios para ir a la zona nueva.
Esta vez no nos han gritado, empujado o apaleado, simplemente han dado libertad de decisión.
Yo prefiero quedarme aquí, no creo que haya nada mejor, ni peor. Sé que mi ración diaria de patata y agua no me faltará y ya conozco a los guardias. Sé a quién debo y quién no mirar a la cara.
Mírales. Están ansiosos por conocer el barracón nuevo. Hay familias enteras agarrándose de las manos para no perderse en el gentío. Aquí si te pierdes nadie te ayuda, somos demasiados como para estar pendientes unos de otros. Yo me quedo aquí, ya he luchado bastante por lo poco que puedo tener y no me quedan fuerzas para luchar de nuevo. Solo puedo esperar, tengo el tiempo que ellos me quieran dar para esperar.
Ayer discutí con mi profesor de música. Quién diría que acabaríamos aquí juntos. No nos soportábamos fuera y sin embargo ahora es lo más parecido a un mejor amigo. Él se va. Intento mascullar entre la gente para poder verle y despedirme de él con una gran sonrisa.
Menuda sonrisa la mía, faltándome dos dientes después del puñetazo que me pego un guardia. ¿Cómo iba a saber yo que tener el anillo de casado iba contra las normas?
Mi esposa. ¿Dónde estarás? Te recuerdo tan claramente. Nuestro último día juntos, escondidos en aquel sótano hasta que nos encontraron y nos separaron. Doy gracias por no tener hijos, no creo que lo pudiese haber soportado.
Creo que le veo. Sí, allí esta.
Alzaré mi puño en señal de victoria para celebrar con él su suerte. Que me vea contento por él, aunque solo pueda pensar en que se vaya pronto para ir a por la comida. No quiero quedarme sin mi ración.
Ya casi han pasado las puertas al nuevo barracón. Menos mal que lo he perdido de vista, no podía tener por más tiempo el brazo alzado, las fuerzas hace tiempo que me abandonaron. La verdad es que no entiendo como hemos podido resistir tanto. Sin apenas comida, defecando en prácticamente cualquier lado. Los primeros meses esto parecía un cementerio. No había más que cadáveres por todos lados tapados con mantas. Los guardias no los retiraban, hasta que vino alguien importante y nos hizo a nosotros mismos retirarlos, cavar hoyos, quemarlos y enterrarlos.
Las enfermedades se apoderaban de nosotros como cuando el fuego apresa un árbol y no lo deja hasta haberlo consumido por completo. En cierta manera es mejor así, más comida a repartir.
Han cerrado la verja. Ya no los veo.
Dicen que en el nuevo barracón hay duchas. Creo que por eso si mataría, incluso más que por la comida. Hace que no veo agua clara desde aquella noche en el sótano. Mi esposa… como te echo de menos.
Me parece oír un tren. Harán una nueva selección y se nos llevarán. Corre el rumor de que están haciendo vías nuevas y necesitan a gente. Lo que no entiendo es porque se llevan también a los niños y ancianos. Es una muerte segura para ellos. Aunque eso a ellos, no creo que les importe y la verdad es que a mí tampoco. No sé si quiera si ya quiero resistir o esperar.
Nos mandan formar. Los altavoces repartidos por el campo no se oyen muy bien pero sabemos que eso es lo que hay que hacer.
Intentaré ponerme en las filas de atrás. Si voy en ese tren moriré seguro, no creo que mi cuerpo aguante mucho más. Soy lo más parecido a un perro apaleado que en vez de morder para así defenderme, chupo la mano de cualquiera que se me acerque suplicando clemencia.
Me han elegido. Me voy en ese tren. Ahora soy yo el que formo parte de una multitud de fantasmas.
Camino hacia el tren puedo ver entre los barracones viejos el nuevo. Es de cemento. Tiene una gran puerta gris metálica, pero no veo ventanas.
Nos meten a empujones en los vagones. Apenas entramos y el olor es insoportable. Dicen que vamos a otro campo nuevo, que allí hay barracones nuevos como el que han hecho aquí.
A lo mejor la guerra va a terminar y nos quieren tener en mejores condiciones por el que dirán.
El seco sonido de la puerta del vagón se me ha metido dentro. Siento como si mi corazón hubiese dado su último latido con ese sonido. Debería estar acostumbrado. Ya es mi cuarto viaje.
Debe faltar poco para que empapen los vagones. En el viaje no nos dan nada. Sacaré mis manos por las rendijas e intentaré sentir el frescor. Con suerte podré llevarme algo a la boca.
Desde aquí veo el nuevo barracón. Se ve limpio, pulcro. El tono gris del cemento le da un aire de grandeza en medio de todos estos barracones de madera vieja y corroída.
Siento el agua caer a través de los palos de madera del vagón. Tengo que intentar coger algo de agua y empaparme en ella, el calor aquí es insoportable. La gente esta chupando las paredes desesperada por que algo caiga en sus gargantas.
El poco agua que chupo de mis manos sabe raro. Tengo las manos grises. Está lloviendo, pero el agua que cae en mis manos es de las mangueras no del cielo. Llueven cenizas.
El nuevo barracón tiene una gran chimenea esculpida en el suelo mirando al cielo. Es preciosa. Altiva, fuerte, dominante.
Espero que mi nuevo barracón tenga una gran chimenea como esa donde poder secarme después de darme una ducha… por fin, una ducha.
9 comentarios:
Qué mal cuerpo... como en esas escenas de la lista de Schindler (¿se escribe así?) en las que no sabías lo que iba a pasar...
:S
Cuando estuve en Munich, tenían visitas turísticas guiadas a antiguos campos de refugiados. Me pareció de lo más macabro que había visto en mi vida.
Besos.
Ya te he dicho mil veces que vales para guionista... 1001 !!!
Besitos
Cris... es un tema que siempre me ha puesto los pelos de punta.
Intento imaginar algo inimaginable. Algo que sabemos por libros, películas y artículos. Que han intentado plasmar mil veces.
Por desgracia estas cosas siguen sucediendo, quizás a otro nivel, pero suceden y nosotros en nuestra cultura cómoda no lo vemos o no lo queremos ver.
Comienzo a desvariar, para variar :).
Solo pretendo que no se olvide. Que cada una de las personas que vivió aquellos es el protagonista de una historia de terror, una historia real.
Joder con Munich... creo que eso no debería hacerse, o a caso el dinero que recaudan con esas visitas se dona a algún sitio? Ni por esas se debería negociar con la muerte, desesperación y mutilación de los derechos humanos.
Besos.
Fer... no te preocupes... que seguirás teniendo la cena lista!! Qué hombre este!! jajajaja
MUA.
escalofriante....pues he conseguido ponerme en la piel del protagonista...y cierto...me recuerda las duras imágenes de la lista de Schindler....y apoyo el comentario de Fer...sirves como guionista sin duda....besos cielo!!!
Uuffff, que mal rato.
Creo que es bueno recordar, rememorar y "vivir" esas experiencias, aunque sean negativas, no debemos olvidar.
Desde luego dice poco de nosotros como animales racionales; pero con que solo a uno de esos "salvapatrias", "patriotas", y retorcidos de mente, les hiciera recapacitar, pensar, avergonzarse, cambiar de actitud ante la vida y sus semejantes, sería suficiente.
Me has quedao aplanao en el sofá pensando nosecuantasmilcosas que deberiamos hacer, y me alegro, que nos es bueno que nos relajemos.
Gracias.
Salud
La última ducha.
La verdad que mis padres estubieron en Auswitch en su periplo por Polonia y aún se le ponen los pelos de punta. Besos
Anna, tienes un lado oscuro algo siniestro. Primero lo del B16 y ahora esto. ¿Me quieres matar? Eres tremenda.
Te recomiendo la lectura de "El largo viaje", de Jorge Semprún.
Me ha gustado la tensión. Y has conseguido hacerme sentir lástima, frustración, ira.
No he podido evitar las imágenes de la Lista de Schindler. Ni de imaginar la historia en blanco y negro.
Bsos
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