10 de noviembre de 2016

A la atención de quien corresponda

Estimad@ empresari@,
Tengo más de 20 años de experiencia laboral en actividades vinculadas con el marketing, administración y gestión de departamentos donde las relaciones humanas y el control de los procedimientos han sido esenciales, por lo que puedo aportar a su empresa no solo esta experiencia, sino además las ganas de seguir desarrollándome.
En estos años, gracias a mi capacidad, entusiasmo y versatilidad, he desarrollado labores muy diferentes: desde contabilidad empresarial a organización de eventos multitudinarios, por lo que puedo aportar un amplio abanico de conocimientos a su empresa.
Soy proactiva, resolutiva, organizada y con don de gentes. Trabajo muy bien bajo presión y la creatividad me ha acompañado desde siempre.
Tengo actitud emprendedora, estoy en constante aprendizaje y disfruto con ello. Poseo una alta capacidad de análisis y pensamiento estructurado.
No quería despedirme sin antes comentarle que tengo dos hijos. Creo sinceramente que no debería ser algo a especificar en una carta de presentación profesional, pero debido a los últimos acontecimientos en mi búsqueda activa de empleo, dónde me han preguntado expresamente si tengo “cargas familiares” es algo que debo definir: sí, soy madre.
He de asegurarle que esto no influye negativamente en mi profesionalidad y ni mucho menos es una carga, sino más bien al contrario. El ser madre ha hecho que mi responsabilidad, versatilidad, entusiasmo, capacidad analizadora y humanidad entre otras características positivas, vayan cada día en aumento. Ha de tener en cuenta que más que un gravamen es un aliciente más, ya que voy a ser uno de los ejemplos más directos que ellos van a tener y como cualquier madre o padre lo único que deseo es verlos crecer como personas autosuficientes.
Por otro lado, y no menos importante, como cualquier mortal mis hijos tienen unas necesidades básicas que no se pueden cubrir sólo con buenas intenciones. Para cubrir esas necesidades necesito un trabajo en el que le aseguro estoy dispuesta a dar lo mejor de mí, ya que además de ser madre y necesitarlo para poder dar de comer a lo que feamente denominan “cargas familiares”, soy persona y tengo necesidades individuales donde incluyo sin titubeos mi realización profesional y personal.
Me despido de Usted esperando encajar en lo que está buscando para su empresa y/o poder ampliar la información de mis competencias profesionales enviándole mi currículum y, si así lo desea, una entrevista personal donde podré solventar cualquier duda que pueda tener.
Reciba un cordial saludo,
Anna Martínez

6 de noviembre de 2016

Mi

Cinco años, cinco años que dejé de publicar. Pretérito perfecto simple del verbo dejar. Que palabra más triste, que proposición más cobarde. He sido una cobarde.

Sentía y siento que mis palabras y sentimientos se unen, se entrelazan como las manos cuando hace frío. Se funden como si de una sola se tratara intentando huir de aquello que por mucho que se quiere, sigue estando ahí. Me abandoné. Me precipité aceptando que lo que fluye desde mi seso y enreda con lo que bombean mis entrañas no era suficiente al ser, en esta etapa de mi vida, atribulado. Para que llorar, a nadie le gusta llorar y mucho menos que te vean haciéndolo aunque no se caiga una sola lágrima. Es más fácil sonreír, carcajear y recurrir a la ironía para darle un toque sin importancia a lo que te quita la vida. Bienvenida madurez.

Escribir es, para mi, un espejo. Me reflejo, me intuyo, me odio y me amo, me impaciento y me sosiego. Me desnudo. Me quedo sin para darlo todo.

Cinco años en los que no se cómo he podido seguir. Cinco años en los que mi temor a despojarme de mi han vencido la necesidad de lo que necesitaba yo. Así, sin más. Pensando en ellos, aquel: me olvidé de pensar en mi. Craso error.

Y escribiré lo que salga, a pesar de ser yo quien lo haga y cómo lo haga. Lo haré porqué así me da la gana. Hoy lo creo así, mañana será mañana y no está en mis manos lo que quiera que sea recorra mi alma. No está en mi juicio ni mi interior lo que ha de suceder. Es aquí, ahora, cuando mis ganas acechan perturbadas. 

Mi: determinante posesivo. Por fin estás aquí.